Ella descubrió
que hay paraísos en el callejón.
no se aguantaba el cariño.
y él correspondió, cantándole
las serenatas que hablan
de cosas que faltan
De cosas por hacer
canciones con perdón, de amor
pero antes del amanecer
la calma se rompió.
En la ventana estaban tres:
ella, la luna y un tipo 'grandón'
que le despeinaba las alas.
No me va a creer, diciéndole
que el bronceado de luna
es lo que te delata.
¿Has visto alguna vez
a una mujer herida y sin Dios?
Arranca el grito de lo más profundo de su dolor:
Puede que me dés
el trago más amargo de tu copa de adiós,
pero llévate tu lástima de mi callejón,
que al olvido invito yo.
Puede... Puede que me dés
el trago más amargo de tu copa de adiós,
pero llévate lejos tu lástima de mi callejón,
porque al olvido invito.
Al olvido... Olvídalo...
Al olvido invito yo.
Pero pa' contarlo bien
hay un borracho que vive en la barra de un bar (en la esquina)
y por un trago te canta:
"A mi parecer
siguen haciendo muy anchas
las pinches ventanas".
A la hora que se fue
quedó en silencio el callejón;
y sobre el muro le pinté:
Puede que me dés
el trago más amargo de tu copa de adiós,
pero llévate tu lástima de mi callejón
porque al olvido invito yo.
Puede... Puede que me dés
el trago más amargo de tu copa de adiós,
pero llévate tu lástima, tus reproches y tu maldito adiós,
porque al olvido invito yo.
Al olvido... Olvídalo...
Al olvido invito yo.